martes, 8 de septiembre de 2009

Anatolia

Enero de 1545



Respetable Terencio.


Hoy me dirijo hacia usted con la admiración y el respeto que merece, para saludarlo y de antemano a su familia en nombre de toda la corte real.

Sabrá usted de la incomoda situación por la que estamos pasando, debo admitir que no es mi mejor momento, pero no crea todo lo que dicen por ahí, la gente suele exagerar con este tipo de asuntos.

Últimamente han abandonado filas varios de los soldados que compré para mi más reciente conquista que infortunadamente no resultó según lo planeado como supongo se ha enterado. Esta situación me preocupa profundamente, pues cuando me decidí a comprar nuevos soldados se me informó que das arcas del reino estaban casi vacías, razón por la que hoy me veo en la penosa obligación de pedir su auxilio teniendo en cuenta su prosperidad y la de los suyos después de sus últimas conquistas.

Realmente me queda muy poco dinero y las deudas me están asfixiando; sólo cuento con los pocos campesinos, señores y soldados que todavía confían en mí, y para ser sincero con cada día más pocos, y con las humildes posesiones que me quedan, que no son más que joyas de las que me es imposible deshacerme por su valor que trasciende de lo material, mis vestidos, y algunos trofeos de caza.

Por otro lado, las cosechas son cada vez más infructuosas, el clima tampoco me favorece, parece que todo esta en mi contra y por ahora es usted mi único aliado.

Sinceramente temo por mi vida, me siento indefenso por la ausencia de mis tropas y por esta extraña enfermedad que me está robando el aliento, ya ni siquiera cuento con la misma suerte a la hora de cazar, la vejez me robó la buena puntería; del Augusto que conoció hace algunos años ya queda muy poco.

Recuerde que mi futuro y el de mi reino está en sus manos, espero su pronta respuesta…


Augusto







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