EL MUNDO VISTO CON OTROS OJOS
No podía disimular mi asombro ante tanta belleza, no podía distraerme en otras cosas, no quería dejar pasar detalle alguno. Fueron treinta días de diversión, de ansiedad por conocer más, treinta días que me separaron de mi país y que me sumergieron en una nueva cultura y en una nueva historia.
Mi viaje a Europa inició el 19 de julio de 2007. Un vuelo once horas me llevó a mí y a veinticinco compañeras más al viejo continente. La primera ciudad que visitamos fue París, la ciudad luz, allí empezó mi travesía de fascinación y asombro.
Visitamos uno de los museos más importantes del mundo, el museo de “Louvre”. Al entrar, nuestro guía nos dio las primeras indicaciones y un mapa del lugar en caso de alguna emergencia. En este mapa estaba la explicación de cada una de las secciones que podíamos visitar, estas divisiones se daban de acuerdo al artista y a la época histórica que representaba. Nos dividieron en grupos de seis personas y cada uno elegía la sección por la que quería empezar.
En mi grupo todas queríamos ver de cerca el cuadro de la Monalissa, así que fue por esta sección que iniciamos nuestro recorrido. “arte renacentista” este era su nombre, aquí estaban expuestas unas de las obras más reconocidas de los artistas Leonardo da Vinci y Miguel Ángel Buonarroti. Era increíble estar allí, rodeada de tanta grandeza y majestuosidad.
La Gioconda, La virgen, el niño Jesús y Santa Ana, Las bodas de Canaán y La Virgen de las rocas, fueron algunas de las obras pictóricas que recuerdo haber visto de da Vinci en este museo. Cada palabra del quía que nos acompañaba, me recordaba mis clases de arte, pero esta vez era diferente, podía percibir la esencia de las obras y quedaba atónita frente a tanta pulcritud y perfección. Recuerdo cómo nos decía: “da Vinci fue por excelencia el padre del Renacimiento, uno de los mejores pintores de todos los tiempos y la persona que más talentos tuvo en la historia”.
Luego pasamos a la parte de escultura de esta misma sección. Aquí estaban expuestas algunas de las obras de Miguel Ángel, quien fue un importante escultor, pintor y arquitecto de la época, algunos de los trabajos que vi de él fueron: El esclavo moribundo, El esclavo rebelde y una reseña de su obra más representativa El David, que está expuesto en la galería de la Academia de Florencia. Al ver estas esculturas constataba lo que muchas veces había escuchado del Renacimiento, la representación de los desnudos era una de las características más notorias de estas obras, ya que el antropocentrismo había tenido tanto auge en aquella época, también se notaba el espíritu de libertad de los artistas y el empleo de técnicas como el relieve y la perspectiva para darle mayor realismo a sus personajes.
Visitamos otras secciones como la del arte Barroco, las antigüedades egipcias, orientales, griegas, romanas, africanas, asiáticas y americanas. Así finalizo nuestro recorrido por este maravilloso museo.
Nuestro viaje continuo hacia Reino Unido, conocimos Londres, la capital inglesa, allí también visitamos muchos lugares de interés como el Museo de Cera de Madame Tussauds, el parlamento ingles y sus alrededores. Pasaron los días y el recorrido avanzaba. Visitamos países como Holanda, Bélgica, Alemania, Viena, Italia y España. De estos lugares recuerdo especialmente nuestra estadía en Roma, que a mi modo de ver tiene grandes similitudes con Paris en cuanto a su nivel artístico. Allí estuvimos por cuatro días, conocimos la Basílica de San Pedro donde me sorprendí al volverme a encontrar con el espíritu renacentista. Esta Basílica tuvo como uno de sus constructores a Miguel Ángel de quien ya conocía, gracias a nuestro paso por el Louvre; conocí otras de sus facetas, el perfeccionismo de sus construcciones y la destreza que tenía en la elaboración de sus frescos. Aunque en el Renacimiento el Teocentrismo perdió su vigor Buonarroti seguía haciendo obras religiosas pero con cierto aire profano como la Piedad del Vaticano y sus frescos como la Creación de Adán, el Juicio Final, ubicados en el techo de la Capilla Sixtina.
Mi viaje finalizo en España, visitamos Madrid y Barcelona donde recorrimos sus famosos estadios, y museos importantes como el del Prado.
Finalmente llego el día de regresar a nuestra tierra. El 20 de julio en Madrid abordamos el avión que nos trajo de regreso. En el vuelo todas recordamos lo vivido planeábamos lo que íbamos a contar a nuestros amigos, nos tomábamos fotos de despedida, pero sobre todo confirmábamos que nada de esto había sido un sueño, o mejor si, fue un sueño hecho realidad.
Lina María Ortegón Suárez
No podía disimular mi asombro ante tanta belleza, no podía distraerme en otras cosas, no quería dejar pasar detalle alguno. Fueron treinta días de diversión, de ansiedad por conocer más, treinta días que me separaron de mi país y que me sumergieron en una nueva cultura y en una nueva historia.
Mi viaje a Europa inició el 19 de julio de 2007. Un vuelo once horas me llevó a mí y a veinticinco compañeras más al viejo continente. La primera ciudad que visitamos fue París, la ciudad luz, allí empezó mi travesía de fascinación y asombro.
Visitamos uno de los museos más importantes del mundo, el museo de “Louvre”. Al entrar, nuestro guía nos dio las primeras indicaciones y un mapa del lugar en caso de alguna emergencia. En este mapa estaba la explicación de cada una de las secciones que podíamos visitar, estas divisiones se daban de acuerdo al artista y a la época histórica que representaba. Nos dividieron en grupos de seis personas y cada uno elegía la sección por la que quería empezar.
En mi grupo todas queríamos ver de cerca el cuadro de la Monalissa, así que fue por esta sección que iniciamos nuestro recorrido. “arte renacentista” este era su nombre, aquí estaban expuestas unas de las obras más reconocidas de los artistas Leonardo da Vinci y Miguel Ángel Buonarroti. Era increíble estar allí, rodeada de tanta grandeza y majestuosidad.
La Gioconda, La virgen, el niño Jesús y Santa Ana, Las bodas de Canaán y La Virgen de las rocas, fueron algunas de las obras pictóricas que recuerdo haber visto de da Vinci en este museo. Cada palabra del quía que nos acompañaba, me recordaba mis clases de arte, pero esta vez era diferente, podía percibir la esencia de las obras y quedaba atónita frente a tanta pulcritud y perfección. Recuerdo cómo nos decía: “da Vinci fue por excelencia el padre del Renacimiento, uno de los mejores pintores de todos los tiempos y la persona que más talentos tuvo en la historia”.
Luego pasamos a la parte de escultura de esta misma sección. Aquí estaban expuestas algunas de las obras de Miguel Ángel, quien fue un importante escultor, pintor y arquitecto de la época, algunos de los trabajos que vi de él fueron: El esclavo moribundo, El esclavo rebelde y una reseña de su obra más representativa El David, que está expuesto en la galería de la Academia de Florencia. Al ver estas esculturas constataba lo que muchas veces había escuchado del Renacimiento, la representación de los desnudos era una de las características más notorias de estas obras, ya que el antropocentrismo había tenido tanto auge en aquella época, también se notaba el espíritu de libertad de los artistas y el empleo de técnicas como el relieve y la perspectiva para darle mayor realismo a sus personajes.
Visitamos otras secciones como la del arte Barroco, las antigüedades egipcias, orientales, griegas, romanas, africanas, asiáticas y americanas. Así finalizo nuestro recorrido por este maravilloso museo.
Nuestro viaje continuo hacia Reino Unido, conocimos Londres, la capital inglesa, allí también visitamos muchos lugares de interés como el Museo de Cera de Madame Tussauds, el parlamento ingles y sus alrededores. Pasaron los días y el recorrido avanzaba. Visitamos países como Holanda, Bélgica, Alemania, Viena, Italia y España. De estos lugares recuerdo especialmente nuestra estadía en Roma, que a mi modo de ver tiene grandes similitudes con Paris en cuanto a su nivel artístico. Allí estuvimos por cuatro días, conocimos la Basílica de San Pedro donde me sorprendí al volverme a encontrar con el espíritu renacentista. Esta Basílica tuvo como uno de sus constructores a Miguel Ángel de quien ya conocía, gracias a nuestro paso por el Louvre; conocí otras de sus facetas, el perfeccionismo de sus construcciones y la destreza que tenía en la elaboración de sus frescos. Aunque en el Renacimiento el Teocentrismo perdió su vigor Buonarroti seguía haciendo obras religiosas pero con cierto aire profano como la Piedad del Vaticano y sus frescos como la Creación de Adán, el Juicio Final, ubicados en el techo de la Capilla Sixtina.
Mi viaje finalizo en España, visitamos Madrid y Barcelona donde recorrimos sus famosos estadios, y museos importantes como el del Prado.
Finalmente llego el día de regresar a nuestra tierra. El 20 de julio en Madrid abordamos el avión que nos trajo de regreso. En el vuelo todas recordamos lo vivido planeábamos lo que íbamos a contar a nuestros amigos, nos tomábamos fotos de despedida, pero sobre todo confirmábamos que nada de esto había sido un sueño, o mejor si, fue un sueño hecho realidad.
Lina María Ortegón Suárez
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